¿Es importante tener seguidores en redes sociales?

Adicción a las redes sociales

Durante mucho tiempo, por épocas, estaba obsesionado con la idea de tener éxito.
Y no cualquier tipo de éxito.

Cuando decía esa palabra llamada éxito, me refería exclusivamente a tener seguidores en redes sociales. Pero, ¿de verdad tener cientos o miles de seguidores me iba a aportar esa felicidad que, tanto buscaba?

Es extraño que, habiendo madurado tanto en los últimos años, hable de algo que ya he dejado de lado, pero estoy muy seguro de que yo no soy la única persona que en algún momento tuvo ese objetivo.

La evolución de YouTube e Instagram

Si nos vamos una década atrás, llegamos a 2015. Tenía unos 18 años y medio, cerca de cumplir 19. Si nos movemos todavía dos años antes (doce, en total), estamos a 2013.

Recuerdo que en ese año, YouTube se estaba volviendo cada vez más popular en España. Personajes como Jordi Wild, ElRubius, AuronPlay, Wismichu, y WillyREX, entre otros, estaban llegando al millón de suscriptores. Poco tiempo después, Instagram fue volviéndose cada vez más popular, y creo que alcanzó los 100 millones de usuarios en 2014 o 2015. Twitter también tenía millones de usuarios, antes de convertirse en X.

diferentes redes sociales

Los smartphones empezaron a proliferar, y con ello, las tasas de ansiedad crecieron en los países desarrollados, en especial en la Generación Z (este libro lo explica con más detalle).

Y yo, más o menos por aquella época, era un chico impulsivo, delgado, y con pelo largo, y sobre todo, muy influenciable. No estaba pasando por una situación fácil.

El tema es que, durante muchos años, más o menos desde 2015 hasta 2019, veía a la gente que tenía éxito en redes sociales casi como dioses. Como modelos a seguir. Cuando conocí el canal de Jordi Wu, él tenía 7.200 suscriptores, y ahora debe tener casi 2 millones. Otras personas como David Cantone o Enrique Delgadillo estaban expandiéndose mucho también. Y allá por 2018, Euge Oller, y Miquel Román se mudaron a Andorra, y su popularidad creció considerablemente, del mismo modo que sus empresas. Durante más de seis meses los admiré, y quería ser como ellos.

Por eso, compré muchos cursos de ellos… pero mi vida no fue a ningún lado. Seguía sintiendo soledad, tristeza, e impotencia.

bajón y frustración

Y tardé tiempo en ver cual era exactamente mi problema… hasta el año 2022.

Para ser más concreto, recuerdo que al iniciar mi cuarto año de carrera, dos días seguidos, a la misma hora, estuve llorando en mi habitación viendo como esa definición de éxito de tener miles de seguidores en redes sociales me estaba fallando. Tenía una definición errónea de éxito, y estuve persiguiendo fantasmas, pero por suerte desperté… A tiempo.

Los números no dicen nada

Una verdad incómoda que, tarde o temprano, deberás aceptar, es que la fama, por si sola, no trae la felicidad. Y no me refiero a la típica fama de ser como Leo Messi, Ronaldinho, Taylor Swift, Tom Cruise o Justin Bieber. Cuando digo fama, me refiero a popularidad. A reputación, de cualquier tipo y cualquier índole.

Uno de los errores que tendemos a cometer es a asociar el éxito material con trabajo duro y disciplina, y a asociar el fracaso con una deficiencia del carácter, o retraso mental.
Puede ser que, a veces, se den estas situaciones, y te encuentres con el ejemplo que confirma la regla… Pero no siempre.

En un mundo repleto de marcas personales, hay un porcentaje muy reducido, allá por el 1%, que logra sobresalir y tener mucho reconocimiento, prestigio, y popularidad, ya sea en YouTube o Instagram. Esto quiere decir que, por cada Ali Abdaal, Euge Oller, o autor bestseller, hay 200, 500 o 1.000 personas que gozan de un éxito más modesto, o que no persistieron lo suficiente. Esto, a grandes rasgos, es el sesgo de supervivencia.

Pero un hecho sigue siendo evidente… Si mides tu éxito en función del engagement en redes sociales, ya has perdido la batalla. Porque el criterio por el que mides tu valía depende de otras personas, y eso tú no lo controlas.

¿Es cuestión de suerte?

Esto nos lleva a otro componente crucial que decide los resultados de diferentes personas (más bien usuarios), y ese componente, es la suerte. Algunos tienen suerte, y otros no la tienen. Y, si te debo de decir la verdad, la suerte en ocasiones es absurda.

Si tuviera que dar una definición de suerte (y no sería la única) es que…

La suerte es la suma agregada de pulsiones emocionales que un grupo de personas de una misma edad, y región geográfica tienen, en un intervalo corto de tiempo, que deciden por qué, en un año, un chico de 22 años tiene 120.000 seguidores en YouTube, y otro tiene sólo 7.000, y otro 150 (suponiendo que los tres empezaron con sólo 5 suscriptores un año atrás).

Vuelvo y repito… No depende de ti.

Hablando en términos más generales, la suerte es el resultado fruto de la casualidad. Es algo fortuito, algo fuera de tu control.

Lo cual nos deja con la siguiente cuestión… ¿Hay otra vía alternativa para sentirse feliz y auto realizado de verdad? Parece que sí…

Hustle Culture (una tendencia en auge)

En las últimas cinco décadas, el mundo dio un giro de 180 grados. Empresas y marcas como Microsoft, Nintendo, Apple, Yahoo, o Google, crecieron mucho. Y esas empresas hicieron un bien masivo al mundo. Sin ellas, el mundo no sería el que actualmente eso es.

Del mismo modo, la renta per cápita en muchos países del mundo creció, y un porcentaje mayor de personas, en todo el mundo, salió del umbral de la pobreza. ¡Todo eso fue fantástico, sin duda!

Pero esa obsesión por crecer y mejorar conllevó un coste, un precio a pagar. Algunas personas se volvieron más individualistas, y el trabajo pasó de ser un área de la vida a ser una obsesión. Esa es la premisa principal de la hustle culture.

En la introducción de este video se explica qué es este movimiento, de forma resumida (activa los subtítulos si es necesario).

La hustle culture pone el trabajo en el centro de la vida… y se olvida de todo lo demás. Cuando era muy joven, adopté esta premisa de forma automática. Y durante mucho tiempo me sirvió… Pero llegó un momento en el que dejó de servirme.

Llegó un momento en el que vivir en piloto automático, y no cuestionarme a mí mismo, me estaba fastidiando y perjudicando mucho. Era como un techo que me estaba impidiendo crecer. Era súper tímido, retraído, y reactivo, en especial con las mujeres (ahora por suerte eso cambió).

Si llevas un tiempo consumiendo redes sociales y siguiendo a algunos emprendedores, influencers, o personas que viven de poner citas motivadoras en Instagram, sabrás de qué hablo. Suda la gota gorda, y lo lograrás. Pero el trabajo duro y la productividad tienen un límite. Si duermes menos de 7 horas cada noche, y tu cuerpo no responde, no hay productividad ni auto superación que valga.

Esto nos lleva a mi conclusión.

Saber adaptarse, y confiar en la intuición

Si tuviera que dar una receta directa para mejorar tu vida, y acercarte a tus objetivos, sería esta: saber adaptarse, y confiar en lo que te diga la intuición.

A veces la intuición te dice que trabajes duro, y que estés con una sed grande de comerte el mundo… y otras veces, te pide que vayas al gimnasio, des una caminata, o tomes un café con un amigo. Y otras veces, la intuición te susurra sutilmente que dejes un grupo de amistades, o un hábito que lleva tiempo formando parte de ti.

Algunas veces, tocará ser constante y disciplinado. Otras veces ser flexible, y cambiar tus costumbres o tu forma de vivir es el mejor camino.

desconexión digital

Hace no mucho estuve unos nueve meses en los que publiqué en YouTube alrededor de 29 o 30 videos, y llegó un momento en el que me cansé de ello. Tuve un moderado éxito, traducido en 65 suscriptores en YouTube, pero nunca me sentía suficiente.

Crecer a veces comporta cambiar tus objetivos, y llevar la sensación de perdida que eso comporta, y seguir adelante. Es un proceso de vulnerabilidad e incerteza, que sí o sí debes de aceptar, e integrar en ti.

Tu vida es tu vida, y no la de nadie más.

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